Vivencias y reflexiones de un maestro en nuestra Andalucía contemporánea

viernes, 1 de julio de 2011

Las tarjetas rosas

Hubo un tiempo en que las sustituciones a los interinos se ofertaban en la planta diez del edificio negro.

Aquello era un absoluto descontrol.

200 millones de maestros y maestras empujándose en unos laberínticos pasillos, perdiendo la dignidad por una sustitución de pocos días en el quinto carajo.


La funcionaria de turno haciendo pasar de cinco en cinco al microdespacho para ofrecer las sustituciones que le daba la gana sacar.


Un día, un colega y yo llegamos a primera hora, cuando aún estaban las puertas cerradas, y nos colamos detrás de unos operarios que iban a cambiar unos extintores o algo así. El despacho estaba vacío. Estarían desayunando.


Abrimos el cajón de la mesa y encontramos un taco de las famosas tarjetas rosas cumplimentadas a falta del nombre del interfecto. Observamos que había muchas sustituciones y vacantes.

Nos escabullimos de allí con la certeza de que ese día íbamos a triunfar.


Cuando, horas más tarde abrieron las puertas y aquella manada de borreguitos entramos, resulta que las sustituciones buenas se habían volatilizado. Ofrecieron cuatro o cinco y... hasta mañana.




Pero nosostros sabíamos que había más, ¿entonces?

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