Aquí os dejo la peripecia de un compañero que estaba, como muchos, hasta los huevos del dichoso Séneca de los cojones.
Pero tuvo un par y, al final, consiguió que le dieran un curso en horas lectivas de cómo manejarse en tan ineficaz aplicación.
Y, además, se llama como dos de mis mejores compañeros: el Ranger y el Pedro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario