Pero vamos a ver: en los institutos que conozco, los periódicos volaban porque se los llevaban los profes; nada más llegar, los cogían, cada uno, uno, y lo metían en su taquilla, en su casillero o en su carpeta para llevárselos y leerlos en casa.
Si alguno sobraba o lo devolvían, a lo más que llegaban eran a ser despiezados en la clase de Plástica para ponerlos sobre las mesas y así no mancharlas cuando los niños esparcían sus témperas sobre las láminas.
Es indignante: 600.000 euros... y no pasa nada.
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